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Evo Morales: el capitalismo no garantiza la paz

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Por José Gabriel Martínez y Alejandro Salas

(Segunda parte de tres)

Entrevistar a Evo Morales sin salirse de un cuestionario planificado puede resultar harto complicado. Su pródigo conocimiento de la historia boliviana, su anecdotario sin fin, tras años de trayectoria como líder sindicalista y presidente, y su vehemente defensa del socialismo y su proyecto de crecimiento para su país, hacen que cualquier pregunta, cómoda o incómoda, resulte en respuestas largas.

Así, en esta segunda entrega de la exclusiva que concediese a Notimex, el primer presidente indígena de Bolivia narra, cuenta y analiza varios hechos y datos para opinar sobre el futuro de la nación andina y el Estado Plurinacional si la derecha mantiene el poder por mucho tiempo.

Algunos de sus aciertos y errores al frente del país, los vaivenes de la izquierda latinoamericana en los últimos años y el paisaje ideal que vislumbra para los pueblos de la región y el mundo, son otros de los temas que toca, siempre con la certeza de que, en su opinión, “el capitalismo no es la solución” por su incapacidad para garantizar la paz.

¿Qué futuro vislumbra para Bolivia si la derecha permanece en el poder? ¿Peligra la plurinacionalidad? De ser así, ¿por qué?

El boliviano es un pueblo muy rebelde, nunca ha dejado de lado su espíritu de sublevación y rebeldía. Bolivia es el país con más golpes de Estado en todo el continente. Desde la fundación de la República en 1825 hasta 2005 tuvimos un presidente cada dos años. En 24 horas, en 1978, tuvimos tres. ¡Tres presidentes!

Cinco años antes de la presidencia de la revolución democrático-cultural hubo cinco presidentes. Uno por año. Esa es la historia.

El primer presidente de Bolivia fue Simón Bolívar, pero el primer presidente boliviano, de padre español y madre indígena, aymara, Andrés Santa Cruz Calahumana, fue el único que logró cierta estabilidad en el cargo. Estuvo de 1829 a 1839.

Bolivia era uno de los países más prósperos de la región en ese entonces. Calahumana fundó la Confederación Perú-Boliviana, compuesta por el Alto y el Bajo Perú. Ahí vino entonces el golpe de Estado de la oligarquía chilena. Expulsaron al presidente hacia Europa.

Este proceso se parece más o menos a lo que vivimos recientemente. Empieza la derecha racista y fascista, y empieza el golpe de Estado. A mí me expulsan a México.

Por otra parte, hay muchos empresarios que hacen Patria, pero otros usan la política para hacer plata. La familia de Camacho (Luis Fernando) viene del falangismo, que luego fue el banzerismo (por Hugo Banzer Suárez), una dictadura de siete años (1971-1978). Hubo muchos muertos y heridos.

Nuestro proceso de cambio no gustó a empresarios que usan la política para hacer plata. Eso, a nivel nacional, pero a nivel internacional no gustó que se demostrara que otra Bolivia era posible. Una Bolivia antimperialista, con vocación socialista y sin el Fondo Monetario Internacional ni el Banco Mundial. No nos lo perdonan.

Seis años de los que estuve como presidente, Bolivia fue primera de Sudamérica en crecimiento. Antes, nunca lo había sido. Cuando llegamos éramos el último país de Sudamérica, el segundo de toda Latinoamérica, sólo por encima de Haití.

Llegamos a ser primeros en muchos rubros y teníamos un plan: industrializar, conquistar nuevos mercados con productos industriales y agropecuarios.

No nos lo perdonan y nos robaron las elecciones. Demostramos al imperio norteamericano (Estados Unidos) y otros países capitalistas que otro mundo es posible, sin injerencia, trabajando con soberanía, por el bienestar del pueblo.

Posiblemente intenten ahora acabar con el estado Plurinacional. Empezaron con el racismo, luego fascismo y ahora golpismo. A ver qué sucede. Lo peor es que ya vemos instituciones quemadas, como las cortes departamentales, oficinas del Estado, de impuestos, agresiones a autoridades del MAS (Movimiento al Socialismo) y el psp (proyecto socioproductivo), quema de casas como la de mi hermana, saqueos como el que hicieron en mi casa, donde me quemaron cuadros y otros objetos que me habían regalado. Es un fascismo y salvajismo que no logro entender.

Acaban de comunicarme mis compañeros que, en complicidad con la Policía, quemaron una radio comunitaria. Le pregunto entonces a la Fiscalía cuántos hay procesados por los 33 muertos de bala en 10 días, cuántos detenidos.

Lo que sí es seguro es que se acusa a Evo Morales ante la Interpol por supuestos delitos. Entonces, levanta muchas sospechas el comportamiento de algunas autoridades, pero repito nuevamente, estamos con el pueblo, siempre con el pueblo, para derrocar esta clase de acciones.

Si tuviera que evaluarse en todos estos años, ¿con qué se queda? ¿con qué no?

Hemos tenido muchos resultados. Hemos unido al movimiento campesino e indígena originario, fortalecido los sectores sociales, consolidado un partido y movimiento de izquierda.

Tenemos resultados en la parte social, económica, en la democracia. Ganamos elecciones con apoyo de más del 50 y 60 por ciento, lo cual no pasaba desde la década del 50.

En cuanto a errores, en 2010 yo dije: ‘vamos a eliminar la subvención al combustible’. Era una sangría económica. Un cáncer en las finanzas. Más de mil millones de dólares de subvención. La gente se quejó, protestó y hemos cedido.

Levanté la subvención porque había contrabando hacia los países vecinos. Fue un error que enmendamos. Creo hemos corregido oportunamente. Somos seres humanos y nos equivocamos, pero siempre tratamos de corregir oportunamente.

Los errores nunca han sido intencionados, ni para hacer daño a nadie. No somos perfectos, pero nunca dejé de escuchar al pueblo.

La izquierda ha estado entre un ir y venir en Latinoamérica. ¿Qué pasa en la región, que, pese a las conquistas sociales, la derecha retoma fuerza por momentos?

Hay ahora retroceso en Uruguay y en Bolivia golpe de Estado. Creo que muchas cosas están relacionadas con un pensamiento fascista, de odio, que se debe al ascenso de (Donald) Trump en Estados Unidos.

Vemos discursos y cosas que son de tiempos de inquisición, de monarquías. En Venezuela se quieren decidir y nombrar presidentes desde arriba y de afuera, como en los tiempos de las monarquías y sus colonias.

Sin embargo, hay grandes sublevaciones en Chile, Colombia, Ecuador, por una nueva América. Sin injerencia externa demostramos que Bolivia tiene mucho futuro y los demás también lo tienen.

No hay por qué renunciar al comercio y el mercado. Es cierto que en políticas de comercio basadas en la competitividad el pobre tiene las de perder, se genera desigualdad e injusticia económica. Pero se puede crecer.

Somos una región de rebelión permanente. Lo de Bolivia pienso que durará lo mismo que duró el retroceso en Argentina. Los logros y lo que se mostró es evidente.

Las formas que buscan para sacarnos son cuestionables. Tienen mucha plata invertida. Desde que empezó el golpe en octubre, fuimos viendo cómo se fueron sumando varios actores: las fuerzas armadas, la OEA (Organización de Estados Americanos), la Policía. Estuvo todo orquestado.

Desde su experiencia, ¿qué camino deben seguir los pueblos latinoamericanos? ¿Cuál es el paisaje ideal para la región?

Desde mi experiencia, primero como dirigente y luego como presidente, el capitalismo no es la solución y menos para las nuevas generaciones. El concentrar el capital en pocas manos, sin políticas sociales, no garantiza la paz. Ésta sólo se garantiza con justicia social, reduciendo las profundas asimetrías de familia a familia, de región a región.

También se requiere unidad, redistribución de riqueza, y comprensión de que los servicios básicos son derechos humanos y no negocios privados. Salud y educación son un derecho. Respetamos el sector privado. Nuestro modelo económico es plural. Reconoce el papel del Estado, acompañado del sector privado y asociaciones como cooperativas, comunidades, y otras.

Tuvimos un Acuerdo Público Privado (APP), con nacionales y extranjeros, pero sin dejar de reconocer el rol del Estado en la inversión, porque lo primero debe ser siempre el pueblo.

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