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Abu Bakr al Bagdadi, vida y muerte de un «califa» autoproclamado

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AFP

El jefe del grupo yihadista Estado Islámico (EI), Abu Bakr al Bagdadi, quien murió este domingo en una operación estadounidense en Siria, siempre vivió en las sombras, incluso cuando, autoproclamado «califa», presidía los destinos de siete millones de personas en Siria e Irak.

Apodado el «fantasma», fue un estudiante de religión tímido que se convirtió en combatiente yihadista de segundo rango. Pero, el iraquí, de 48 años, logró cerrar una alianza entre yihadistas convencidos llegados de todo el mundo y exmilitares del ejército de Sadam Husein, laico y socialista, una ventaja clave para poder conquistar, en 2014, un territorio del tamaño de Gran Bretaña.

Si bien fue le primer jefe yihadista en instaurar un proto-Estado, su «califato» autoproclamado ya no existe en la actualidad. El último reducto del EI cayó en marzo en Baguz, en Siria, y decenas de miles de sus combatientes están en la actualidad presos de los kurdos de Siria o del Estado iraquí.

– 25 millones de dólares –

Desde hace meses, el hombre –cuya muerte fue anunciada en varias ocasiones– ya sólo dirigía unas tropas desperdigadas, aunque en los videos de propaganda, cuidadosamente realizados, el EI continuara reivindicado, más o menos oportunamente, atentados en todo el mundo.

Diabético y herido al menos una vez, Ibrahim Awad al Badri, su verdadero nombre, mostraba su rostro pocas veces.

En tiempos del «califato» sólo hizo una aparición pública, en junio de 2014. Desde lo alto del púlpito de la célebre mezquita Al Nuri de Mosul, «capital» del grupo EI en Irak, conquistada en 2017, pronunció un discurso ante sus seguidores.

Su rostro, con barba canosa, tintada con henna rojiza, sólo se dejó ver públicamente una vez más, en un video difundido en abril pasado. En cambio, solía expresarse a través de grabaciones sonoras.

Estados Unidos ofrecía 25 millones de dólares por la captura de este hombre, el más buscado del mundo, nacido en el seno de una familia pobre de Samarra, al norte de Bagdad.

– Antítesis de Bin Laden –

Su discreción hizo de él, a ojos de funcionarios políticos y militares occidentales, la antítesis de Osama Bin Laden, quien difundía videos regularmente con una puesta en escena en los combates o en la mezquita. El jefe de Al Qaida fue perseguido durante años y abatido en 2011 por las fuerzas especiales estadounidenses en Pakistán.

Este apasionado al fútbol soñaba con ser abogado, pero sus insuficientes resultados escolares no le permitieron seguir estudios de Derecho. También contempló enrolarse en el ejército pero su mala vista se lo impidió. Finalmente estudió Teología en Bagdad.

Predicando en una mezquita poco frecuentada de Irak en tiempo de Sadam Husein, desarrolló «una visión bastante clara de adónde quería ir y de la organización que quería crear», explica la periodista Sofia Amara.

«Es un planificador secreto», explica Amara, que realizó un documental sobre Bagdadi. Y, «aunque dé la impresión de no ser un hombre brillante», es «paciente y trabajador».

Tras haber creado, durante la invasión estadounidense de Irak en 2003, un grupúsculo yihadista de poca proyección, este padre de cinco hijos, fruto de dos matrimonios, fue detenido en febrero de 2004 y encarcelado en el campo de Bucca.

Esta inmensa prisión, donde se encontraban los dignatarios derrocados del régimen de Sadam Husein e integrantes del movimiento yihadista sunita, sería llamada la «universidad de la Yihad».

Allí, poco a poco, «todo el mundo se dio cuenta de que ese tipo tímido era un sutil estratega», afirma Sofia Amara.

– Travesía del desierto –

Además, diez años más tarde, durante el avance fulgurante del grupo EI, el ejército iraquí entendió que se enfrentaba a sus excomandantes, de la época del antiguo régimen, que se habían pasado a las filas yihadistas.

Liberado de Bucca al cabo de 10 meses, por falta de pruebas, Bagdadi juró lealtad a Abu Musab Al Zarqaui, bajo la tutela de Al Qaida, y luego se convirtió en el hombre de confianza de su sucesor, Abu Omar al Bagdadi.

Lo relevó tras su muerte, en 2010, bajo el nombre de Abu Bakr al Bagdadi, en referencia al primer califa que sucedió al profeta Mahoma.

Redenominada «Estado Islámico», su organización acabó suplantando a Al Qaida.

Luego pasó un tiempo en el desierto, en un retiro forzoso, en una zona entre Siria e Irak, según los expertos.

Allí, su hijo Hudhayfah al Badri fue abatido en julio de 2018, alcanzado por tres misiles rusos teledirigidos cuando estaba dentro de una cueva.

Él mismo sobrevivió a varios ataques antes del de este domingo, mientras que su círculo cercano fue disminuyendo a lo largo de los años.

Quien se reivindicara durante un tiempo como jefe supremo de los musulmanes de todo el mundo, reactivando el «califato» de los primeros siglos del islam, murió finalmente en Idlib, último reducto yihadista en Siria.

Allí había encontrado refugio entre los grupúsculos vinculados a Al Qaida, la organización en la que dio sus primeros pasos.

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